¿Cómo es el lugar
secreto?
Amados,
Dios les bendiga y les guarde a todos. Ayer aprendimos que
Dios quiere encontrarse con nosotros en el lugar secreto de la oración. ¿Cómo
es el lugar secreto? ¿Cómo podemos reconocerlo? Veamos sus características.
El lugar secreto
es…
El lugar donde la
presencia de Dios es revelada y manifestada
El sacrificio de
Jesús en la cruz nos da acceso a la presencia de Dios, y la oración es el lugar
donde tenemos ese acceso. Orar es reconocer que tenemos una cita divina en la
que podemos hablar cara a cara con un Dios santo. Como no podemos hablar con un
Dios ausente, es necesario que entendamos que Él está presente, nos escucha y
nos responde.
No importa donde
vayamos, Dios está con nosotros. En medio del fuego y la tormenta, en
tribulación y persecución, en la soledad y el miedo, Él siempre estará con
nosotros porque Él nos ha prometido estar allí. Jesús nos dio Su Palabra que
estará con nosotros “hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).
La verdadera
oración, por consiguiente, incluye estar conscientes de que estamos en la
presencia del Dios Todopoderoso. Para estar en la presencia de Dios,
necesitamos poner todo nuestro afecto en Él, es decir, fijar toda nuestra
atención y pensamientos en Él, enfocándonos por completo en Su persona. Cuando
hacemos esto, halamos la eternidad al ámbito del tiempo.
Mas Él [Jesús] se
apartaba a lugares desiertos, y oraba. Aconteció un día, que él estaba
enseñando, y estaban sentados los fariseos y doctores de la ley, los cuales
habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén; y el
poder del Señor estaba con él para sanar. (Lucas 5:16–17)
Todos los días,
Jesús se aseguraba de estar en íntima comunicación con el Padre y lleno de Su
presencia. Por eso, al salir de Su lugar de oración, Él irradiaba poder. Cuando
las multitudes se acercaban a Él buscando sanidad y liberación, Jesús solo
tenía que declarar la palabra y un rompimiento sobrenatural ocurría. Después de
pasar tiempo en la presencia de Dios, Jesús no necesitaba orar por las personas,
porque la atmósfera que portaba —la cual había edificado con Su Padre— producía
milagros, señales y maravillas instantáneos. El Padre veía las oraciones que
Jesús hacía en el lugar secreto y lo recompensaba públicamente. Cuando estamos
plenamente conscientes de la presencia de Dios y pasamos tiempo en comunión con
Él en el lugar secreto, dondequiera que vamos, portamos la atmósfera de Su
presencia, irradiamos Su vida, libertad, poder y gloria.
El lugar donde
venimos a conocer a Dios
Debido a que la
presencia de Dios se manifiesta en nosotros en el lugar secreto de oración, es
allí donde venimos a conocer al Padre. “Y esta es la vida eterna: que te
conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”
(Juan 17:3). A medida que oramos, Dios se nos va revelando a Sí mismo, y somos
atraídos a Él de manera aún mayor. Él nos pone bajo su cuidado, como Su
especial tesoro y parte de Su corazón.
Dios quiere que lo
veamos como es. Anhela establecer una relación íntima con nosotros y que nos
hagamos uno con Él, así como Él es uno con Su Hijo Jesús. Y la oración es el
lugar donde podemos ver a Dios como Él realmente es y recibir Su vida.
El lugar donde nos
apropiamos del poder de Dios
En el libro de los
Hechos, cada vez que los cristianos se reunían para orar, el poder de Dios se
manifestaba. Esto nos indica que a la iglesia nunca debería faltarle poder. El
enemigo ataca la vida de oración de las iglesias y de los creyentes, porque no
quiere que tengan acceso al poder y a la gracia sobrenatural de Dios.
El poder es nuestra
herencia como hijos de Dios, pero solo podemos usarlo legalmente, en un sentido
espiritual, a través de la oración que forma parte de una relación íntima con
el Padre.
El lugar donde
participamos de actividad espiritual
El Espíritu de Dios
está continuamente activo en la tierra. Cuando usted ora, se convierte en un
participante de lo que Él está creando y haciendo en el mundo. Tristemente, una
gran parte de la iglesia hoy no sabe cómo orar; como consecuencia, la oscuridad
espiritual es cada vez más espesa en la tierra. Esta generación carece de la
profundidad espiritual que produce una vida de oración. La profundidad de
nuestra vida de oración determinará la profundidad de nuestro mensaje. Cuando
el espíritu de una persona está vacío, produce palabras vacías. Cuando el
espíritu de una persona arde con el Espíritu Santo, desata el poder de Dios a
través de palabras ungidas y genera actividad espiritual.
El lugar donde
obtenemos autoridad espiritual
La autoridad
espiritual le pertenece a todos los hijos de Dios, por herencia, a través de
Jesús. (Vea, por ejemplo, Lucas 10:19). Sin embargo, tal como sucede con el
poder espiritual, el uso de la autoridad espiritual es legal solo cuando
mantenemos una relación con nuestro Padre celestial. Una manera importante como
Dios nos imparte Su autoridad es a través de la oración.
Por eso, cada vez
que nuestra vida de oración empieza a disminuir —en nuestra vida personal o
como iglesia— nuestra autoridad espiritual se debilita. Hoy vivimos en tiempos
extremos en los que el enemigo está haciendo todo lo que puede para disminuir
el poder de la iglesia. Por consiguiente, cada día, necesitamos nivel mayor de
autoridad espiritual, y para eso tenemos que “orar sin cesar” (1 Tesalonicenses
5:17).
Pensamiento: Antes
de darnos poder, Dios quiere que tengamos una relación con Él.
Y esta es la vida
eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien
has enviado. S. Juan 17:3 RVR1960
Así que, hermanos,
teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de
Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto
es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,
acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los
corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.
Hebreos 10:19-22
RVR1960
Cuando hubieron
orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del
Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. Hechos 4:31 RVR1960
Atte: Pastor
Franklin Marino.