POR: John Piper
Romanos 8:28-30
Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito. 29 Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos; 30 y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó.
Pero, por encima de esta violenta imagen de la vida cristiana Pablo, con una gran brocha roja, plasma la palabra ESPERANZA. Por ejemplo, en el verso 37 exclama: “Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”. ¡No somos solo vencedores, sino que somos más que vencedores! La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro y la espada, no solo están derrotados; están más que derrotados: han sido convertidos en siervos para nuestro bien.
Ese es el significado del versículo preferido de todos los tiempos, verso 28: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito”. Las versiones de la Biblia difieren un poquito en este verso. La NVI dice: “Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito”. Y la [La Biblia de Jerusalén, 1976] dice: “Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio”.1
A partir de mi estudio me inclino a ver a la LBLA2 como la más fiel a las palabras originales de Pablo. Pero creo que la diferencia no es tan grande que usted tenga que tomar muy en serio mi palabra. Todas las versiones básicamente expresan que Dios está a cargo del mundo, de una forma tan soberana, que todas las cosas que suceden a los cristianos están organizadas de manera que sirvan para nuestro bien. La tribulación, y la enfermedad, y la persecución, y el hambre, y la desnudez, y el peligro, y la espada, todas obran para el bien de aquellos que aman a Dios.
Así que la escabrosa esperanza del creyente no es que escaparemos de las angustias, o de la muerte, o del hambre, o de la mortandad, sino que el Dios Todopoderoso hará que cada una de nuestras agonías sea un instrumento de su misericordia para nuestro bien. “Vosotros pensasteis hacerme mal”, le dijo José a sus hermanos que le habían vendido a esclavitud “pero Dios lo tornó en bien”. Y así es con cada calamidad de aquellos que aman a Dios. ¡Dios lo torna en bien!
A seis cuadras de aquí en la calle 7ma se está cavando el fundamento para una nueva edificación. Una gigantesca excavadora mecánica está ubicada en medio del terreno y excava la basura y la deja caer en camiones de carga para llevarlas lejos. Alrededor del borde del hoyo estimo que ya hay una profundidad de 5 o 6 pisos. ¿Qué podemos inferir de esto? Yo inferiría que en ese terreno se va a construir algo muy grande, ya que se está cavando un fundamento muy profundo.
En cuanto a la arquitectura de las promesas, no hay una edificación más grande que Romanos 8:28. Esta estructura es absolutamente asombrosa en su tamaño. Es masiva. ¡El Dios infinitamente sabio, infinitamente poderoso promete hacer que todo sea beneficioso para su pueblo! No promete solo cosas agradables, sino cosas horribles, como la tribulación, la enfermedad, el peligro y la espada. ¿Qué ladrillo pondría usted en la cima de esta promesa-rascacielos para hacerla más grande? “Todas las cosas” significa todas las cosas.
Si usted vive dentro de esta promesa masiva, su vida es tan sólida como el Peñón de Gibraltar. Nada puede derribarle cuando está dentro de las murallas de Romanos 8:28. Fuera de Romanos 8:28 todo es confusión y ansiedad, y miedo, e incertidumbre, y casas de paja, y drogas que alivian, y metas inestables para los planes de retiro, y débiles fortificaciones con misiles anti-balísticos, y un millón de otros sustitutos para Romanos 8:28.
Una vez que usted atraviesa la puerta del amor hacia esa estructura abarcadora e inquebrantable de Romanos 8:28, todo cambia. A su vida llega la estabilidad, y la profundidad, y la libertad. Simplemente ya no puede seguir derribado. La confianza de que un Dios soberano gobierna para su bien sobre todo el dolor y todo el placer que experimentará es un refugio, una seguridad, una esperanza, y un poder incomparables para su vida. Ninguna promesa en todo el mundo aventaja la altitud, amplitud y peso de Romanos 8:28.
Es por eso que el fundamento de esta abarcadora estructura debe ser extraordinariamente profundo y fuerte. Y de hecho lo es. Y de esto tratará esta serie de cuatro semanas. El verso 29 comienza con “porque”, lo que significa que la base, el fundamento, el cimiento de esta abarcadora estructura de Romanos 8:28 se encuentra en el texto que sigue.
Mi meta en estas cuatro semanas es llevarle por un recorrido guiado a todo lo largo del cimiento de la promesa de Romanos 8:28. Mi oración es que su confianza en esta promesa crezca y que la estabilidad renovada, y la profundidad, y libertad, y gozo de su vida sean la prueba viviente para el mundo de que nuestro Dios reina. La fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios. Anhelamos que nuestra fe sea fuerte, pongamos entonces una ferviente atención en la Palabra de Dios.
Tal como entiendo al verso 28, en él hay una promesa (todas las cosas obran junta para bien) y dos descripciones del los beneficiarios de la promesa (los que aman a Dios... y los que son llamados conforme a su propósito). Al describir a los beneficiarios de la promesa, Pablo ofrece un pequeño resumen preliminar del profundo fundamento de la promesa, fundamento que él verá más detalladamente en los versos 29 y 30.
Concretamente, cuando dice que los beneficiarios son aquellos que son “son llamados conforme a su propósito [de Dios]”, señala hacia los versos 29 y 30. El verso 29 es una explicación de lo que es el “propósito” de Dios: “Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos”. Y el verso 30 es una explicación de quiénes son los llamados del verso 28 “y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó”.
Así que mi plan es dedicar el mensaje de esta mañana a Romanos 8:28 y su fundamento, y dedicar las lecciones de la tarde para el verso 29, y en las tres semanas restantes, dedicar tanto las mañanas como las tardes al verso 30.
La pregunta con que comenzaremos en el verso 28 es: ¿Quiénes son los beneficiarios de esta abarcadora promesa? ¿Quién puede estar seguro de que todo el dolor en su vida será realmente la terapia buena y sabia de un Dios soberano que hará que todo coopere para bien?
Pablo da dos respuestas. O describe una única respuesta desde dos ángulos. Él define a los beneficiarios de esta promesa primero por lo que hacen hacia Dios, y segundo por lo que Dios hizo hacia ellos. Todas las cosas cooperan para bien en primer lugar “para los que aman a Dios”. Los beneficiarios de esta promesa son las personas que aman a Dios. Este es el primer y mayor mandamiento, amar al Señor nuestro Dios. Ningún ojo ha visto, ni oído escuchado, ni nadie ha imaginado lo que Dios ha preparado para los que le aman.
Entonces, en segundo lugar, describe a los beneficiarios de esta promesa como aquellos que “son llamados conforme a su propósito” ¿Qué significa decir que además de amar a Dios los beneficiarios de esta promesa son también llamados conforme al propósito de Dios? Para responder a esta pregunta veamos dos pasajes en los que Pablo se refiere al llamado de Dios, y dos en los que se refiere a su propósito.
La pista más cercana para comprender el significado de “llamados” en el verso 28 está en el verso 30, donde Pablo dice: “y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó”. De este verso aprendemos que Dios justifica a todos los que llama. Él les absuelve, les perdona, son tratados como justos, son sus hijos: “a los que llamó, a ésos también justificó”.
Esto significa que el llamado referido aquí no es el llamado general que se dirige a todos los hombres en la predicación del evangelio. Si así fuera, entonces todos los que oyeran el evangelio fueran justificados. Porque el verso 30 dice: “a los que llamó, a ésos también justificó”. Si todo el que escuchara el llamado a Cristo de Billy Graham en la televisión fuera llamado en el sentido de Romanos 8:30, entonces todos fueran también justificados. Porque “y a los que llamó, a ésos también justificó”. Pero Pablo enseña claramente no todos los que son llamados en un sentido general son justificados. ¡Somos justificados por fe! (Romanos 5:1). No todo el que es llamado en este sentido general tiene fe y por tanto no todos son justificados. Sin embargo, Pablo ha dicho en 8:30 que ¡los que son llamados SON justificados!
Él aclara la confusión en 1ra a los Corintios 1:23-24: “pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles; 24 mas para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios”. Note con cuidado que Pablo predica a Cristo a judíos y gentiles, sin distinción. En ese sentido, todos son llamados. Pero ese no es el sentido en que Pablo utiliza la palabra. Él dice que entre los que reciben el llamado general están los que son “llamados”. Y la diferencia es que los que son llamados en este sentido más estrecho dejan de considerar a Cristo como una piedra de tropiezo y como necedad, y comienzan a verle como el poder y la sabiduría de Dios. Verso 24: “mas para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios”.
Así que Pablo enseña que cuando el evangelio es predicado, Dios llama a algunos de una manera tan poderosa que sus corazones y mentes son acercados a Cristo y ellos lo aceptan en fe y amor. Es por eso que Pablo dice en Romanos 8:30 que “a los que llamó, a ésos también justificó”, aunque la justificación viene solo por fe (el llamado de Dios produce fe; abre los ojos del ciego para ver que Jesús es la sabiduría y el poder de Dios).
El llamado de Dios que Pablo tiene en mente no es como el llamado a nuestra mascota: «Aquí Blackie, aquí Blackie, ven niña, ven». Blackie puede venir o no. El llamado de Dios es como el llamado de Jesús al cuerpo de Lázaro: “¡Lázaro, ven fuera!”. Contiene el poder para producir lo que ordena. Es un llamado eficaz, competente, creativo. Es por eso que Pablo puede decir en Romanos 8:30 que “a los que llamó, a ésos también justificó”. La seguridad de la salvación de los llamados descansa en el hecho de que la fe por la que los hombres son justificados es producida por el llamado creativo de Dios.
Por tanto, cuando Romanos 8:28 dice: “para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito”, quiere decir que los beneficiarios de esta promesa masiva son los que antes no amaban a Dios, pero ahora lo aman, porque Dios mismo les ha llamado creativamente desde las tinieblas a la luz, desde la incredulidad a la fe, desde la muerte a la vida, y ha puesto en ellos amor para él. El llamado creativo de Dios es el cumplimiento del nuevo pacto prometido en Deuteronomio 30:6: “Además, el Señor tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que ames al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas”.
La razón por la que los beneficiarios de Romanos 8:28 pueden tener tal seguridad de que Dios realmente cumplirá esta promesa en ellos, es que Dios mismo les ha llamado poderosamente a ser parte de este pacto, y les ha capacitado para ello. Una cosa es que Dios envíe un correo masivo dirigido: “a quien pueda interesar”, invitando a todos al banquete donde todas las cosas cooperan para bien; y otra es que Dios mismo maneje hasta la puerta de su casa, camine, le recoja, le ponga en su auto, le lleve hasta el banquete de Romanos 8:28, le de la investidura de amor del banquete, y luego le siente a la diestra de su Hijo. En este segundo caso, ¿no le daría esta iniciativa de Dios una confianza más profunda de que Dios, realmente, tiene la intención de perseguirle con misericordias mientras viva y hará que todo coopere para el bien de usted?
Cuando no abrazamos la doctrina de la soberanía de Dios, de su llamado creativo nos negamos a nosotros mismos profundas y maravillosas convicciones. Viene una inmensa fortaleza sobre el peregrinar de un cristiano cuando sabe cómo es que se ha convertido en beneficiario de esta incomparable promesa. Y como si esto fuera poco para darnos la seguridad de que por el llamado creativo de Dios somos beneficiarios de esta promesa, Pablo añade las palabras: “conforme a su propósito”. Todas las cosas cooperan para el bien de aquellos que aman a Dios, para aquellos que son llamados conforme a su propósito.
¿Por qué añade Pablo la frase “conforme a su propósito”? Creo que lo hizo para afirmar de manera perfectamente clara y contundente que el llamado de Dios se origina en el propósito de Dios, no en el nuestro. El llamado de Dios no es una respuesta a algo que nos hayamos propuesto hacer. Dios tiene sus propios propósitos, santos y elevados, que gobiernan a aquellos que llama, y su llamado es hecho conforme a estos propósitos, no a los nuestros. Él no se acercó a mi puerta y me recogió y me trajo hasta el banquete de Romanos 8:28 porque el llamado era conforme a mi propósito de salvación, sino porque era conforme al suyo. Si hubiera esperado por mí hasta que yo tuviera un propósito de salvación, yo estuviera todavía en casa, mirando televisión.
Podemos ver la fuerza de esta pequeña frase (“conforme a su propósito”) si miramos al único otro lugar en Romanos donde aparece la palabra, a saber, Romanos 9:11. En el contexto Pablo está tratando de mostrar que no todos los israelitas son verdaderos israelitas (verso 6); no todos son hijos de Abraham solo por ser sus descendientes (verso 7); y la diferencia entre el verdadero israelita y el verdadero hijo de Abraham depende del propósito y llamado de Dios, no del hombre. Fíjese en los versos 10-12.
Y no sólo esto, sino que también Rebeca, cuando concibió mellizos de uno, nuestro padre Isaac 11 (porque aún cuando los mellizos no habían nacido, y no habían hecho nada, ni bueno ni malo, para que el propósito de Dios conforme a su elección permaneciera, no por las obras, sino por aquel que llama), 12 se le dijo a ella: El mayor servirá al menor.
El énfasis de este pasaje es ilustrar, con el ejemplo de Jacob y Esaú (los hijos gemelos de Rebeca), la naturaleza del llamado de Dios. Jacob y Esaú estaban en la misma matriz, tenían el mismo padre, no habían hecho nada bueno o malo, y Dios favoreció a Jacob y no a Esaú ¿Por qué? ¿Por qué no esperar hasta que crecieran y tuvieran oportunidad de mostrar cuál tendría las características distintivas que le harían el adecuado para ser llamado por Dios y no el otro? ¿Por qué revela Dios esta elección aun antes de que hubieran nacido?
El verso 11 da la respuesta, y utiliza las mismas palabras de Romanos 8:28. Fue así “para que el PROPÓSITO de Dios conforme a su elección permaneciera, no por las obras, sino por aquel que llama”. El llamado incondicional de Dios va más allá de toda distinción humana, es el medio por el que Dios mantiene su propósito de elección. Si no llamara a los hombres sin tener en cuenta sus distinciones, y los llamara sobre la base de sus características distintivas, entonces el propósito conforme a la elección de Dios se desplomaría.
Dios se volvería un candidato político buscando votos, iría de precinto en precinto para ver si podría ser elegido Señor. Dios propondría, el hombre dispondría. El tamaño y estructura del electorado de Dios sería definido en último lugar por el voto del hombre. El éxito de las misiones cristianas y la posibilidad de conversiones en toda lengua, tribu, pueblo, y nación dependería en último lugar del voto del hombre.
Pero el apóstol Pablo no conoce a un Dios así. Al contrario, él dice que Dios favoreció a Jacob y no a Esaú antes que hubieran nacido, para que su propósito conforme a su elección permaneciera, no sobre la base de las obras de los hombres, sino sobre la base de su llamado –el llamado que es conforme al propósito de su elección.
¿Cuál es entonces el fundamento de Romanos 8:28? ¿Dónde pueden encontrar aquellos que aman a Dios, la seguridad de que la tribulación, y la angustia, y el hambre, y la desnudez, y el peligro y la espada, y la mortandad, cooperarán para su propio bien? La respuesta es que aquellos que aman a Dios son también los que han sido llamados por Dios, y que su llamado no está basado en algo tan vacilante e incierto como nuestro compromiso a Dios, sino solo en su propósito eterno de elección, por el que Dios me favorece sin tener en cuenta ninguna de mis obras.
Nuestra confianza de que todas las cosas difíciles y felices de nuestra vida realmente se convertirán en servidoras de nuestro bien, está basada no solo en el hecho de que hay una promesa en la Biblia, sino en el hecho de que desde la eternidad Dios, en su gran misericordia, nos ha escogido para que disfrutemos su banquete, y nos ha dado evidencia de nuestra elección al crear en nosotros corazones (que antes eran piedras) que aman a Dios -¡¿no lo ha hecho?!
“para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, [...] para los que son llamados conforme a su propósito”
Amén.
Ese es el significado del versículo preferido de todos los tiempos, verso 28: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito”. Las versiones de la Biblia difieren un poquito en este verso. La NVI dice: “Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito”. Y la [La Biblia de Jerusalén, 1976] dice: “Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio”.1
A partir de mi estudio me inclino a ver a la LBLA2 como la más fiel a las palabras originales de Pablo. Pero creo que la diferencia no es tan grande que usted tenga que tomar muy en serio mi palabra. Todas las versiones básicamente expresan que Dios está a cargo del mundo, de una forma tan soberana, que todas las cosas que suceden a los cristianos están organizadas de manera que sirvan para nuestro bien. La tribulación, y la enfermedad, y la persecución, y el hambre, y la desnudez, y el peligro, y la espada, todas obran para el bien de aquellos que aman a Dios.
Así que la escabrosa esperanza del creyente no es que escaparemos de las angustias, o de la muerte, o del hambre, o de la mortandad, sino que el Dios Todopoderoso hará que cada una de nuestras agonías sea un instrumento de su misericordia para nuestro bien. “Vosotros pensasteis hacerme mal”, le dijo José a sus hermanos que le habían vendido a esclavitud “pero Dios lo tornó en bien”. Y así es con cada calamidad de aquellos que aman a Dios. ¡Dios lo torna en bien!
A seis cuadras de aquí en la calle 7ma se está cavando el fundamento para una nueva edificación. Una gigantesca excavadora mecánica está ubicada en medio del terreno y excava la basura y la deja caer en camiones de carga para llevarlas lejos. Alrededor del borde del hoyo estimo que ya hay una profundidad de 5 o 6 pisos. ¿Qué podemos inferir de esto? Yo inferiría que en ese terreno se va a construir algo muy grande, ya que se está cavando un fundamento muy profundo.
En cuanto a la arquitectura de las promesas, no hay una edificación más grande que Romanos 8:28. Esta estructura es absolutamente asombrosa en su tamaño. Es masiva. ¡El Dios infinitamente sabio, infinitamente poderoso promete hacer que todo sea beneficioso para su pueblo! No promete solo cosas agradables, sino cosas horribles, como la tribulación, la enfermedad, el peligro y la espada. ¿Qué ladrillo pondría usted en la cima de esta promesa-rascacielos para hacerla más grande? “Todas las cosas” significa todas las cosas.
Si usted vive dentro de esta promesa masiva, su vida es tan sólida como el Peñón de Gibraltar. Nada puede derribarle cuando está dentro de las murallas de Romanos 8:28. Fuera de Romanos 8:28 todo es confusión y ansiedad, y miedo, e incertidumbre, y casas de paja, y drogas que alivian, y metas inestables para los planes de retiro, y débiles fortificaciones con misiles anti-balísticos, y un millón de otros sustitutos para Romanos 8:28.
Una vez que usted atraviesa la puerta del amor hacia esa estructura abarcadora e inquebrantable de Romanos 8:28, todo cambia. A su vida llega la estabilidad, y la profundidad, y la libertad. Simplemente ya no puede seguir derribado. La confianza de que un Dios soberano gobierna para su bien sobre todo el dolor y todo el placer que experimentará es un refugio, una seguridad, una esperanza, y un poder incomparables para su vida. Ninguna promesa en todo el mundo aventaja la altitud, amplitud y peso de Romanos 8:28.
Es por eso que el fundamento de esta abarcadora estructura debe ser extraordinariamente profundo y fuerte. Y de hecho lo es. Y de esto tratará esta serie de cuatro semanas. El verso 29 comienza con “porque”, lo que significa que la base, el fundamento, el cimiento de esta abarcadora estructura de Romanos 8:28 se encuentra en el texto que sigue.
Mi meta en estas cuatro semanas es llevarle por un recorrido guiado a todo lo largo del cimiento de la promesa de Romanos 8:28. Mi oración es que su confianza en esta promesa crezca y que la estabilidad renovada, y la profundidad, y libertad, y gozo de su vida sean la prueba viviente para el mundo de que nuestro Dios reina. La fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios. Anhelamos que nuestra fe sea fuerte, pongamos entonces una ferviente atención en la Palabra de Dios.
Tal como entiendo al verso 28, en él hay una promesa (todas las cosas obran junta para bien) y dos descripciones del los beneficiarios de la promesa (los que aman a Dios... y los que son llamados conforme a su propósito). Al describir a los beneficiarios de la promesa, Pablo ofrece un pequeño resumen preliminar del profundo fundamento de la promesa, fundamento que él verá más detalladamente en los versos 29 y 30.
Concretamente, cuando dice que los beneficiarios son aquellos que son “son llamados conforme a su propósito [de Dios]”, señala hacia los versos 29 y 30. El verso 29 es una explicación de lo que es el “propósito” de Dios: “Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos”. Y el verso 30 es una explicación de quiénes son los llamados del verso 28 “y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó”.
Así que mi plan es dedicar el mensaje de esta mañana a Romanos 8:28 y su fundamento, y dedicar las lecciones de la tarde para el verso 29, y en las tres semanas restantes, dedicar tanto las mañanas como las tardes al verso 30.
La pregunta con que comenzaremos en el verso 28 es: ¿Quiénes son los beneficiarios de esta abarcadora promesa? ¿Quién puede estar seguro de que todo el dolor en su vida será realmente la terapia buena y sabia de un Dios soberano que hará que todo coopere para bien?
Pablo da dos respuestas. O describe una única respuesta desde dos ángulos. Él define a los beneficiarios de esta promesa primero por lo que hacen hacia Dios, y segundo por lo que Dios hizo hacia ellos. Todas las cosas cooperan para bien en primer lugar “para los que aman a Dios”. Los beneficiarios de esta promesa son las personas que aman a Dios. Este es el primer y mayor mandamiento, amar al Señor nuestro Dios. Ningún ojo ha visto, ni oído escuchado, ni nadie ha imaginado lo que Dios ha preparado para los que le aman.
Entonces, en segundo lugar, describe a los beneficiarios de esta promesa como aquellos que “son llamados conforme a su propósito” ¿Qué significa decir que además de amar a Dios los beneficiarios de esta promesa son también llamados conforme al propósito de Dios? Para responder a esta pregunta veamos dos pasajes en los que Pablo se refiere al llamado de Dios, y dos en los que se refiere a su propósito.
La pista más cercana para comprender el significado de “llamados” en el verso 28 está en el verso 30, donde Pablo dice: “y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó”. De este verso aprendemos que Dios justifica a todos los que llama. Él les absuelve, les perdona, son tratados como justos, son sus hijos: “a los que llamó, a ésos también justificó”.
Esto significa que el llamado referido aquí no es el llamado general que se dirige a todos los hombres en la predicación del evangelio. Si así fuera, entonces todos los que oyeran el evangelio fueran justificados. Porque el verso 30 dice: “a los que llamó, a ésos también justificó”. Si todo el que escuchara el llamado a Cristo de Billy Graham en la televisión fuera llamado en el sentido de Romanos 8:30, entonces todos fueran también justificados. Porque “y a los que llamó, a ésos también justificó”. Pero Pablo enseña claramente no todos los que son llamados en un sentido general son justificados. ¡Somos justificados por fe! (Romanos 5:1). No todo el que es llamado en este sentido general tiene fe y por tanto no todos son justificados. Sin embargo, Pablo ha dicho en 8:30 que ¡los que son llamados SON justificados!
Él aclara la confusión en 1ra a los Corintios 1:23-24: “pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles; 24 mas para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios”. Note con cuidado que Pablo predica a Cristo a judíos y gentiles, sin distinción. En ese sentido, todos son llamados. Pero ese no es el sentido en que Pablo utiliza la palabra. Él dice que entre los que reciben el llamado general están los que son “llamados”. Y la diferencia es que los que son llamados en este sentido más estrecho dejan de considerar a Cristo como una piedra de tropiezo y como necedad, y comienzan a verle como el poder y la sabiduría de Dios. Verso 24: “mas para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios”.
Así que Pablo enseña que cuando el evangelio es predicado, Dios llama a algunos de una manera tan poderosa que sus corazones y mentes son acercados a Cristo y ellos lo aceptan en fe y amor. Es por eso que Pablo dice en Romanos 8:30 que “a los que llamó, a ésos también justificó”, aunque la justificación viene solo por fe (el llamado de Dios produce fe; abre los ojos del ciego para ver que Jesús es la sabiduría y el poder de Dios).
El llamado de Dios que Pablo tiene en mente no es como el llamado a nuestra mascota: «Aquí Blackie, aquí Blackie, ven niña, ven». Blackie puede venir o no. El llamado de Dios es como el llamado de Jesús al cuerpo de Lázaro: “¡Lázaro, ven fuera!”. Contiene el poder para producir lo que ordena. Es un llamado eficaz, competente, creativo. Es por eso que Pablo puede decir en Romanos 8:30 que “a los que llamó, a ésos también justificó”. La seguridad de la salvación de los llamados descansa en el hecho de que la fe por la que los hombres son justificados es producida por el llamado creativo de Dios.
Por tanto, cuando Romanos 8:28 dice: “para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito”, quiere decir que los beneficiarios de esta promesa masiva son los que antes no amaban a Dios, pero ahora lo aman, porque Dios mismo les ha llamado creativamente desde las tinieblas a la luz, desde la incredulidad a la fe, desde la muerte a la vida, y ha puesto en ellos amor para él. El llamado creativo de Dios es el cumplimiento del nuevo pacto prometido en Deuteronomio 30:6: “Además, el Señor tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que ames al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas”.
La razón por la que los beneficiarios de Romanos 8:28 pueden tener tal seguridad de que Dios realmente cumplirá esta promesa en ellos, es que Dios mismo les ha llamado poderosamente a ser parte de este pacto, y les ha capacitado para ello. Una cosa es que Dios envíe un correo masivo dirigido: “a quien pueda interesar”, invitando a todos al banquete donde todas las cosas cooperan para bien; y otra es que Dios mismo maneje hasta la puerta de su casa, camine, le recoja, le ponga en su auto, le lleve hasta el banquete de Romanos 8:28, le de la investidura de amor del banquete, y luego le siente a la diestra de su Hijo. En este segundo caso, ¿no le daría esta iniciativa de Dios una confianza más profunda de que Dios, realmente, tiene la intención de perseguirle con misericordias mientras viva y hará que todo coopere para el bien de usted?
Cuando no abrazamos la doctrina de la soberanía de Dios, de su llamado creativo nos negamos a nosotros mismos profundas y maravillosas convicciones. Viene una inmensa fortaleza sobre el peregrinar de un cristiano cuando sabe cómo es que se ha convertido en beneficiario de esta incomparable promesa. Y como si esto fuera poco para darnos la seguridad de que por el llamado creativo de Dios somos beneficiarios de esta promesa, Pablo añade las palabras: “conforme a su propósito”. Todas las cosas cooperan para el bien de aquellos que aman a Dios, para aquellos que son llamados conforme a su propósito.
¿Por qué añade Pablo la frase “conforme a su propósito”? Creo que lo hizo para afirmar de manera perfectamente clara y contundente que el llamado de Dios se origina en el propósito de Dios, no en el nuestro. El llamado de Dios no es una respuesta a algo que nos hayamos propuesto hacer. Dios tiene sus propios propósitos, santos y elevados, que gobiernan a aquellos que llama, y su llamado es hecho conforme a estos propósitos, no a los nuestros. Él no se acercó a mi puerta y me recogió y me trajo hasta el banquete de Romanos 8:28 porque el llamado era conforme a mi propósito de salvación, sino porque era conforme al suyo. Si hubiera esperado por mí hasta que yo tuviera un propósito de salvación, yo estuviera todavía en casa, mirando televisión.
Podemos ver la fuerza de esta pequeña frase (“conforme a su propósito”) si miramos al único otro lugar en Romanos donde aparece la palabra, a saber, Romanos 9:11. En el contexto Pablo está tratando de mostrar que no todos los israelitas son verdaderos israelitas (verso 6); no todos son hijos de Abraham solo por ser sus descendientes (verso 7); y la diferencia entre el verdadero israelita y el verdadero hijo de Abraham depende del propósito y llamado de Dios, no del hombre. Fíjese en los versos 10-12.
Y no sólo esto, sino que también Rebeca, cuando concibió mellizos de uno, nuestro padre Isaac 11 (porque aún cuando los mellizos no habían nacido, y no habían hecho nada, ni bueno ni malo, para que el propósito de Dios conforme a su elección permaneciera, no por las obras, sino por aquel que llama), 12 se le dijo a ella: El mayor servirá al menor.
El énfasis de este pasaje es ilustrar, con el ejemplo de Jacob y Esaú (los hijos gemelos de Rebeca), la naturaleza del llamado de Dios. Jacob y Esaú estaban en la misma matriz, tenían el mismo padre, no habían hecho nada bueno o malo, y Dios favoreció a Jacob y no a Esaú ¿Por qué? ¿Por qué no esperar hasta que crecieran y tuvieran oportunidad de mostrar cuál tendría las características distintivas que le harían el adecuado para ser llamado por Dios y no el otro? ¿Por qué revela Dios esta elección aun antes de que hubieran nacido?
El verso 11 da la respuesta, y utiliza las mismas palabras de Romanos 8:28. Fue así “para que el PROPÓSITO de Dios conforme a su elección permaneciera, no por las obras, sino por aquel que llama”. El llamado incondicional de Dios va más allá de toda distinción humana, es el medio por el que Dios mantiene su propósito de elección. Si no llamara a los hombres sin tener en cuenta sus distinciones, y los llamara sobre la base de sus características distintivas, entonces el propósito conforme a la elección de Dios se desplomaría.
Dios se volvería un candidato político buscando votos, iría de precinto en precinto para ver si podría ser elegido Señor. Dios propondría, el hombre dispondría. El tamaño y estructura del electorado de Dios sería definido en último lugar por el voto del hombre. El éxito de las misiones cristianas y la posibilidad de conversiones en toda lengua, tribu, pueblo, y nación dependería en último lugar del voto del hombre.
Pero el apóstol Pablo no conoce a un Dios así. Al contrario, él dice que Dios favoreció a Jacob y no a Esaú antes que hubieran nacido, para que su propósito conforme a su elección permaneciera, no sobre la base de las obras de los hombres, sino sobre la base de su llamado –el llamado que es conforme al propósito de su elección.
¿Cuál es entonces el fundamento de Romanos 8:28? ¿Dónde pueden encontrar aquellos que aman a Dios, la seguridad de que la tribulación, y la angustia, y el hambre, y la desnudez, y el peligro y la espada, y la mortandad, cooperarán para su propio bien? La respuesta es que aquellos que aman a Dios son también los que han sido llamados por Dios, y que su llamado no está basado en algo tan vacilante e incierto como nuestro compromiso a Dios, sino solo en su propósito eterno de elección, por el que Dios me favorece sin tener en cuenta ninguna de mis obras.
Nuestra confianza de que todas las cosas difíciles y felices de nuestra vida realmente se convertirán en servidoras de nuestro bien, está basada no solo en el hecho de que hay una promesa en la Biblia, sino en el hecho de que desde la eternidad Dios, en su gran misericordia, nos ha escogido para que disfrutemos su banquete, y nos ha dado evidencia de nuestra elección al crear en nosotros corazones (que antes eran piedras) que aman a Dios -¡¿no lo ha hecho?!
“para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, [...] para los que son llamados conforme a su propósito”
Amén.